...DE FIN A PRINCIPIO.

Acabas de irte y lo primero que he hecho es ir directa escribirte.

Para poder recordarte como nunca.

Para que cuando me falten las fuerzas vuelva a leer esto y te recuerde así.

Hará como 10 minutos que nos hemos despedido, tú para volver a tu vida y yo a mi caos particular, y aun tengo taquicardia.

En uno de esos minutos más pequeños de lo normal que hemos pasado hoy, te he mirado a la cara y he pensado, esto es lo que quiero, tú. Te quiero a ti y a todas tus manías.

La manera en que me miras, la suavidad de tus manos, cuando llegas tarde. Te acomodas en mi pecho y te dejas hacer.

Y no me canso… podría pasarme horas besándote. Como he echado de menos esos labios.

No sé que casualidad cruel puede cambiarme la vida, hoy, mañana o dentro de unos meses. Si esto podrá volver a funcionar. Si tus mejillas podrán borrar todo lo que me quita el sueño.

Pero quiero recordar el día de hoy siempre. Quiero recordarte así. Junto con otros millones de momentos.

Y quiero que me hagas olvidar…

Podría hacerlo, podría vivir sin ti. Podría intentar pasar mis días sin una chispa de gracia. Recordando en cada esquina un beso nuestro y acto seguido algo malo para no creer que me estoy perdiendo la historia más bonita del mundo. Podría matar el tiempo de mil maneras hasta llegar al punto en que tu ausencia no se hiciera tan notable y mi existencia se limitara a eso, a existir. A vivir de la esperanza de cruzar una calle y verte o de coger el mismo tren que tú. Aferrandome a la idea de que hice lo correcto.

Pero al final lo conseguiría.

No es eso lo que busco. Busco algo a lo que agarrarme para no hundirme. Algo como hoy.

No te puedo prometer una vida. No puedo prometer nada. Mi caos particular, ahora que tú no estás, tiene menos sentido de lo habitual.

Sí, no puedo asegurarte nada de momento. Pero si puedo contarte un secreto…

Hoy, cuando has venido a recogerme. Tenía los mismos nervios en la barriga que perdí hace unos meses.